El discurso del odio

Debemos tomar en serio la cuestión nacional, no dejarla en manos de los extremistas, y se hace necesario fortalecer la cohesión colectiva de este país ante este peligroso desafío social que atenta contra la paz, la igualdad y la libertad.

España, Andalucía y Algeciras, no constituyen una excepción en el mundo desde que la formación Vox ha irrumpido en las pasadas elecciones autonómicas con 12 escaños en el parlamento de Andalucía. En Algeciras fue la tercera fuerza política, por delante de los populares, con 8.689 votos (19,17% del total), con un 49,3% de abstención (en el Saladillo 64% y en la Piñera 63%). Es la ciudad de más de 100.000 habitantes donde mejor resultado ha recabado Vox, destacando el voto de las zonas con más inmigración, pero también en las de mayor renta. 

El duro discurso de Vox contra la inmigración ilegal ha calado con fuerza en una ciudad donde este verano se vivió el aumento del número de personas que trataban de cruzar el Estrecho en busca de una vida mejor en Europa. Socialistas y populares coinciden en que el debate migratorio está detrás de la espectacular entrada de Vox en el panorama político algecireño, aunque difieren en quién es el que “ha echado leña al fuego” para que cale ese discurso, que hace estallar los tabús que limitan las expresiones más primitivas y violentas.

Aunque también hay otros factores a valorar en ese ascenso. Uno sería el aparente apoyo de la población gitana (estimada en 10.000 personas en Algeciras) al partido Vox. Otro explicaría la huida del votante más de derechas del PP, que ha valorado las propuestas de Vox sobre la unidad nacional o frente al independentismo. Y otro sería el voto del descontento y la protesta, que ha encontrado en Vox la alternativa para depositar la papeleta del cabreo. 

Sin embargo, el electorado parece haber castigado también la unión de Podemos e IU en las andaluzas, como ya lo hizo en las generales, a pesar de que en esta ocasión la coalición tenía un punto de partida distinto y llevaba en sus cuatro primeros puestos a tres campogibraltareños. Adelante Andalucía se ha dejado 3.400 votos en Algeciras y ha sido el distrito 3 (La Piñera, el Cobre, Los Pastores, Pelayo) el que menos ha respaldado su nueva propuesta.

En cualquier caso, estas elecciones no tienen nada que ver con las municipales de mayo. Aunque en la mayoría de las elecciones se vota por emoción o por venganza, más que para hablar, para hacerse oír, igual que se vota en Gran Hermano y en Eurovisión. Se coge la papeleta como se coge el mando a distancia. “Somos el partido de los indignados de Andalucía”, ha dicho el dirigente de Vox y le ha arrebatado a la izquierda otro de los símbolos a los que ya había renunciado. Porque fueron los fascistas quienes hace 100 años eligieron su nombre. Nadie se lo puso desde fuera. Hoy el fascismo o el neofascismo es transversal. Y ha sido la derecha quien lo ha comprendido antes que la izquierda.

Esto ahora puede verse en Francia, en la revuelta de los “chalecos amarillos”. Nadie ha sabido situar políticamente a quienes participan en las movilizaciones, se mezclan lepenistas y nostálgicos del 68, así que no parece ser la ideología lo que una a esos indignados. Pero comparten una cosa: la identidad. Todos son franceses blancos, franceses viejos en el sentido que tenía decir cristiano viejo en la España perseguidora de judíos. Pura cuestión de limpieza de sangre. No hay identidad sin exclusión. Y este mismo tipo de uniformidad es lo que ha amalgamado al espectro de Vox en estas elecciones pasadas. Pero la mezcla de corrupción e identidad es explosiva y produce monstruos.

!Por eso, los demócratas debemos asumir con rotundidad la lucha contra el fascismo o neofascismo, explicar claramente a la ciudadanía su peligro, proponer pactos democráticos antifascistas a aquellos que abanderan la democracia y el respeto a la igualdad y dignidad humana. Es una lucha diaria la que debe emerger contra el nacionalpopulismo neofascista, pues la defensa de la democracia, del bienestar social, de los derechos y libertades debe ser permanente. ¡Ojalá todos lo entiendan, pues del porvenir y de la paz social se trata!.

 

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