Científicos del Museo Nacional de Gibraltar colaboran en un importante descubrimiento paleontológico

Una superficie del Pleistoceno tardío que se remonta a aproximadamente 106.000 años ubicada en la base del Acantilado del Asperillo en el Parque Nacional de Doñana, en el sudoeste de España, ha quedado recientemente expuesta debido a las tormentas. La superficie pisoteada está llena de huellas y rastros de diferentes vertebrados terrestres que se han atribuido al ganado silvestre de antaño, que incluye especies como el Uro (Bos primigenius), el ciervo rojo (Cervus elaphus), el jabalí salvaje (Sus scrofa), el elefante de colmillos rectos (Palaeoloxodon antiquus) o el lobo (Canis lupus), así como gansos y aves zancudas. Según las interpretaciones de los científicos, la superficie pisoteada estaría relacionada con zonas encharcadas en aguas poco profundas entre dunas, de forma similar a los ejemplos que podemos encontrar actualmente en el Parque Nacional de Doñana.

Este importante descubrimiento refuerza el vínculo entre los ecosistemas pleistocénicos de Gibraltar y los de Doñana, que los científicos han utilizado como modelo representativo para los antiguos hábitats y paisajes de Gibraltar. Las especies identificadas en este estudio están todas representadas en el registro del Pleistoceno de Gibraltar desde sus cuevas y ello apunta a una rica plataforma costera que una vez se extendió desde la costa de Gibraltar hasta la costa atlántica del sudoeste de la península ibérica para terminar en Portugal. Las investigaciones continúan en Doñana y en Gibraltar y no se descartan nuevos descubrimientos.

El Ministro encargado de la cartera de Patrimonio y Medio Ambiente, John Cortés, expresó su entusiasmo ante los hallazgos que se han dado a conocer: “Doñana es un lugar al que atribuyo una importancia especial y donde he pasado muchas horas observando su rica fauna en hábitats que antaño se encontraban en nuestra propia plataforma costera. Jamás hubiese imaginado que los rastros de gran belleza pertenecientes a animales ancestrales se escondían debajo de las arenas de Doñana, esperando a que las tormentas invernales los sacasen un día a la luz. Parece prácticamente una historia de ciencia ficción. También estoy muy orgulloso de que los científicos de Gibraltar hayan participado en estas labores. El hecho de que se les haya invitado a participar constituye un reflejo de la alta estima en la que se les tiene, y resulta muy grato ver una colaboración entre científicos portugueses, españoles y gibraltareños en un proyecto realmente ibérico”.

 

 

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