Un poco de racionalidad.Por: Ángel Luis Jiménez

 Continúan los controles sobre la Verja de Gibraltar, aunque Rajoy diga que son aleatorios. No creo que las medidas que se están tomando convenzan a nadie y menos que a nadie a los que la sufren a la entrada o salida de Gibraltar. Por tanto, ha llegado la hora de poner un poco de racionalidad en este contencioso, las partes en discordia, España y el Reino Unido, deben plantearse seriamente encontrar fórmulas para solucionar definitivamente este controvertido tema y sus incesantes problemas.Desde hace tiempo, España y el Reino Unido están obligados -tanto por Naciones Unidas como bilateralmente- a negociar y llegar a una solución definitiva del problema de Gibraltar. España es la más interesada en realizar propuestas concretas de solución, respecto a las cuales debe mantener consenso nacional y continuidad en su estrategia, ya que el tiempo transcurre en contra de sus intereses, a favor del statu quo británico y del ascenso del protagonismo internacional de Gibraltar.Un error de este Gobierno fue eliminar sin más el Foro de Diálogo, porque por su tipología servía a largo plazo a los intereses de España siempre y cuando nuestro país se planteara una convivencia normalizada con la población de Gibraltar en su estrategia de este contencioso, aunque parece por lo visto ahora que ese no es el planteamiento de Rajoy ni de su ministro Margallo.En su día, España para recuperar la soberanía se planteó renunciar incluso a la plena españolidad del no cedido istmo y reconvertirlo en territorio co-soberano hispano-británico, por lo menos eso pretendía José María Aznar durante las negociaciones de 2001 y 2002. Este precedente demuestra que España, en su negociación con el Reino Unido, podría considerar imaginativamente otras fórmulas de recuperación final de la soberanía con modulaciones de formas, procedimientos y contenidos que de algún modo tengan en cuenta los tres intereses esenciales del Reino Unido, Gibraltar y España.En este contencioso hay cosas incontrovertidas y sobre las que España tiene toda la razón de su parte. Por ejemplo, la plena españolidad del istmo, donde los derechos españoles son muy claros, aunque se renunciara en su día a su plena españolidad para recuperar soberanía sobre el resto de la Roca. Pero no se puede decir lo mismos según el derecho internacional sobre el territorio cedido por el tratado de Utrecht o las aguas territoriales.Así que España debe medir muy bien su estrategia y los efectos de sus acciones. Ahora parece  querer aprovechar la presencia de turno de Argentina en el Consejo de Seguridad para lanzar una ofensiva diplomática conjunta sobre las Malvinas y Gibraltar. Mezclar estos dos contenciosos puede resultar muy peligroso, además de un error porque son temas parecidos pero no iguales y ni siquiera tienen los mismos concesos.En estos momentos todas las partes -España, el Reino Unido y Gibraltar- están planteando llevar el eterno tema de la soberanía a los organismos internacionales. Pero el Gobierno de España no puede olvidar que cada vez que se ha hecho así, se ha invocado el riesgo que pueda haber sobre el estatus de Ceuta y Melilla, pese a ser situaciones muy diferentes en su origen y desarrollo histórico.El peligro está en contraponer en los foros internacionales el criterio territorial (el marco físico del que forma parte) al poblacional (la opinión de sus habitantes) porque seguro que Marruecos replantaría la cuestión de Ceuta y Melilla con apoyos internacionales de los que hoy día carece totalmente. Que este Gobierno mida bien los efectos posibles de sus acciones de ahora, no vaya a llevarse una sorpresa después.

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