Prohibido el botellón en Tarifa bajo pena de 300 euros

Una patrulla de la Guardia Civil y de la Policía Local informa desde hace varios fines de semana, de que el botellón ha quedado prohibido. Desde hoy un cartel deja claro lo mismo y se especifica igualmente que su práctica está sancionada con 300 euros. La medida, largamente perseguida por el gobierno, da respuesta a las muchas quejas vecinales sobre el ruido que esta práctica generaba a altas horas de la madrugada y a diario, sobre todo en verano. Pero lo que mueve al gobierno a tomar esta determinación son otros muchos motivos. Las condiciones en las que amanece la vía pública, kilos de suciedad, micciones y otros restos, han empujado también a ello. Actualmente, se desarrollan obras de remodelación en todo el entorno portuario y éstas afectan claramente al paseo de la caleta. Dentro de unos meses, esta zona quedará integrada en el casco histórico y céntrico de la ciudad. Se configurará como zona de paseo con mobiliario urbano que deberá mantenerse en buenas condiciones para el disfrute diurno, sobre todo. Eso y los impedimentos portuarios lógicos, ya que esta lugar concreto del paseo de la Caleta está dentro de la considerada zona de seguridad de un puerto afectado por la calificación Shengen. El gobierno explica que responde también a la inquietud de muchos padres que no miran con buenos ojos esta actividad de sus hijos, algunos menores de edad. Desde la concejalía de Seguridad Ciudadana, representada en Juan José Medina, se explica que la medida favorece a todo el mundo y se señala a que su aplicación será paulatina. La intención es la de informar primeramente y en segundo grado amonestar a quienes hagan caso omiso. Las sanciones se ejecutarán en caso necesario, sobre todo en periodos vacacionales cuando se espera que los más jóvenes comiencen a aglomerarse en la vía pública. En municipios costeros y vecinos, como es Conil por ejemplo, el botellón ya quedó prohibido en su día. Con esta medida se quiere evitar también el “efecto llamada” y hacer que Tarifa no se convierta en “refugio para el botellón”. 

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