El rio de Algeciras. Por Ángel Luis Jiménez

José Juan Iborra, en su artículo semanal del Europa Sur sobre las cosas de Algeciras, cuenta que el desvío del antiguo cauce del río de Algeciras a principios de los años setenta justificó una faraónica obra que traspasó la ciudad. Así lo ilustran las imágenes tomadas en la época por el fotógrafo Miguel Ángel del Águila.

Por lo visto, la decisión de soterrar el río de la Miel fue muy rápida. No sé por qué. Y no fue uno sino dos ministerios los que rubricaron su desaparición, como también fueron dos los proyectos que se llevaron a cabo para traspasar la ciudad y hacer desaparecer su rio.

Por un lado, se construyó un canal subterráneo para que discurriera la corriente del rio. Y por otro, se ejecutó una obra de enormes dimensiones para desviar las aguas de avenidas y riadas, que debía atravesar en línea recta nuevos barrios del norte de la ciudad. Desde poniente a levante, o desde el puente de Pajarete a las inmediaciones del Corte Ingles, hasta buscar el mar a la altura de la antigua playa de Los ladrillos.

Esta herida hecha a la ciudad de Algeciras, hoy cicatrizada, oculta bajo tierra su pasado y su historia, pues nuestro rio había dividido desde la época medieval las dos Algeciras, la Vieja y la Nueva. Nuestra ciudad al igual que muchas otras ha crecido al margen de su patrimonio verde. Sin embargo, desde el Ministerio de Transición Ecológica (Miteco) cada vez toman más fuerza las políticas de renaturalizar estos ejes azules para que formen parte y den vida al tejido urbano de la ciudad.

De hecho, a mediados de marzo se ha cerrado la segunda convocatoria de ayudas estatales para renaturalizar los ríos urbanos y, de paso, mitigar las consecuencias del cambio climático (temperaturas más elevadas, lluvias intensas, inundaciones, sequías…), una prioridad en este momento con fondos europeos.

“Ver a los ríos como una oportunidad para que la naturaleza vuelva a las ciudades y mejorar la vida de los que las habitan es algo que el urbanismo no contemplaba en el siglo XX”, resume Ignacio Alcalde Marcos, arquitecto urbanista y parte del proyecto UN-Habitat, de las Naciones Unidas.

Igualmente señala que “durante mucho tiempo las infraestructuras urbanas fueron carreteras, puertos… Infraestructuras de comunicación. Luego estaban las de residuos, las de energía… Todo esto era gris. Y ahora hablamos, ¡por fin!, de verdes y azules, de redes de corredores urbanos donde la tierra y el agua se encuentran”.

La necesidad de tener áreas verdes junto a la vivienda no es solo estética, está demostrado que combaten la contaminación y las altas temperaturas, y reducen el estrés y el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares y respiratorias. Y tras la pandemia de la covid-19, se ha convertido en un requisito básico para mejorar nuestra salud mental.

Intervenir sobre estas infraestructuras, además de urbanísticamente y para el bienestar de los ciudadanos, también influye positivamente sobre la biodiversidad como se ha visto en el madrileño Manzanares. La protección de los ecosistemas es parte del planteamiento de Ecologistas en Acción, que tiene mapeados los ríos urbanos que necesitan tratamiento y ayuda a los consistorios a avanzar trabajos.

“Trabajamos para que, en pocos años, la urbe que no tenga un río renaturalizado sea la excepción”. Así de contundente suena Santiago Martín Barajas, ingeniero agrónomo, miembro de la organización ecologista y una de las voces con más predicamento en el asunto, en estos momentos.

“Cuando actúas en el río, desde el tramo que discurre por población como el restante, estás contribuyendo en el ámbito natural, ambiental, pero también de calidad de vida de las personas”, resume el ingeniero, cuya aportación al trabajo en el Manzanares, entre otros ríos en España, ha sido clave.

La obra del río de Madrid, que empezó el alcalde Alberto Ruiz-Gallardón (PP) y siguió Más Madrid con Manuela Carmena de alcaldesa, ha permitido que fluya un río desbordante de fauna y flora. Una inversión de este tipo trae numerosos beneficios, y su coste, una vez se hace la obra, es como el cuidado de un parque.

Hay otro ejemplo muy notable: Bilbao. Se le atribuye al mandato del nacionalista Iñaki Azkuna haber cambiado la cara de la ciudad con la intervención sobre la ría del Nervión a su paso por Bilbao. La inversión en descontaminación costó seis veces más que el Guggenheim, pero ahora la ciudad vive mirando a la ría.

El ministerio para la Transición Ecológica con esta línea de apoyos específicos para este tipo de actuaciones, un paquete de ayudas de 75 millones, pretende “restaurar ecosistemas fluviales y reducir el riesgo de inundación en entornos urbanos, como Granada con el Genil, o Medina del Campo, cuyo curso del río Zapardiel (afluente del Duero) en el tramo urbano está sepultado en cemento y por fuera está lleno de basura. ¿Y para cuándo el rio de la Miel de Algeciras?

Un comentario

  1. Y … a que están esperando para limpiar y abrir ese precioso río de la miel …que atraviesa nuestra ciudad ….y tan descaradamente se ha maltratado , ensuciando he insultando a nuestra madre tierra. Queremos ver esos jardines asilvestrados bordeando a ese rio abierto a la luz del sol y a los ojos de todos los Algecireños y Andaluces que adoramos la naturaleza en la que hemos nacido. Y lo queremos YÁ …. Ahora . Hoy.

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