La foto: La del Peñón de la discordia

IAM/Redacción Pese a que por lo repetidas las salidas de tono y más todavía las actuaciones que se vienen generando desde hace ya demasiado tiempo en  las aguas de la Bahía de Algeciras que rodean a Gibraltar no debían de sorprender, la escalada que últimamente se viene produciendo en el que en principio parecía un problema pesquero, obligan a una reflexión por las partes implicada, no sea que el tema se les vaya de las manos y sucede lo que nadie desea, pero sabido es que las cosas no son como empiezan sino como acaban, y este conflicto que ya no solo es marítimo está tomando muy mala pinta o cariz. Las posturas de las partes son las siguientes. El ministro principal del Peñón, Fabian Picardo, se mostró dispuesto a “tender la mano” al Gobierno de España y propuso “retomar y reeditar el Foro de Diálogo para hablar sobre cuestiones que afectan a España y a Gibraltar, aunque sin entrar en cuestiones de soberanía”. Sobre las colas ha matizado Picardo que él ha elegido “no poner controles pues perjudican al trabajador español que viene a ganarse su vida aquí. No debe sufrir el inocente ciudadano de a pie los cabreos de los políticos”.

España a través de su Ministerio de Asuntos Exteriores recordó que Gibraltar “no forma parte del espacio Schengen”, y añadió que, al no ser un territorio aduanero comunitario, los controles “son irrenunciables para España porque realizarlos es su responsabilidad”. Además, Exteriores subrayó que los controles son necesarios para evitar tráficos ilícitos y contrabando. Por su parte el Reino Unido como maestros en diplomacia que son  se salen  por la tangente, y ell ministerio británico de Exteriores llamó hoy a consultas al embajador español en el Reino Unido, Federico Trillo, para manifestarle su “preocupación” por los retrasos en la frontera de España con Gibraltar y pedir que no se repitan. Y mientras Gibraltar aplaude la convocatoria del embajador porque los controles de España están “fuera de lugar”, las colas siguen en el lugar. Y así las cosas, Madrid se pone serio y anuncia que  “las políticas contrarias a España tienen un coste”, y tiene en preparación una serie de medidas como respuestas a la postura de Picardo que seguro van a poner el ambiente al rojo vivo, y cuyas consecuencias son imprevisibles.

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