La torre de la Palma del pueblo de Algeciras. Por: Ángel Luis Jiménez Rodríguez

Parece increíble, y fuera de lugar, la intervención en el Pleno municipal del pasado viernes del párroco de la Iglesia de la Palma de Algeciras, Juan José Marina, que intervino para rechazar la moción del PSOE que pedía inmatricular la torre del reloj de La Palma a propuesta de la Asociación de Emprendedores del Patrimonio de Algeciras (AEPA). 

En la moción se solicitaba que los técnicos municipales confirmaran que la torre del reloj de la Plaza Alta no estaba inscrita en el Registro de la Propiedad y que, una vez confirmado este hecho, se procediera a inmatricularla. En el Pleno el PP voto en contra (13 votos) y toda la Oposición a favor (12 votos).  

La intención era que la titularidad de la torre fuera del municipio “para asegurar el cuidado de todos los elementos de su interior y de su estructura externa”. Además, se destacaba en la propuesta que, en 2018, la Junta de Andalucía describía la torre de forma separada al edificio de la iglesia al otorgar al conjunto la declaración de Bien de Interés Cultural.  

La torre se inauguró en 1829, 91 años después de abrirse al culto la Iglesia de Nuestra Señora de la Palma, y no hay acceso directo a la Iglesia. La torre, la plaza y la Iglesia conforman un conjunto de gran valor cultural e histórico para nuestra ciudad. Hacer todo lo posible por protegerla es un deber del Ayuntamiento de Algeciras. Pero… 

En el Pleno apareció el párroco de la Palma, con la venia de Landaluce, para decir: “No entiendo esta inquina ante la iglesia, por la iglesia y para la iglesia. No olvidemos que la iglesia también es pueblo y ciudadano de esta ciudad, donde intentamos realizar nuestros deberes para que también se nos respeten nuestros derechos”. ¿Cuáles no se respetan? 

Y sentenciaba: “¿Acaso vale todo para conseguir votos? Es verdad que se puede hacer realidad cuando decimos que hay personas que son capaces de vender su alma al diablo”. Todos los concejales del Pleno se vieron sorprendidos por estas palabras que no venían a cuento, sobre todo cuando sabían que el Obispo había inmatriculado, sin avisar al Ayuntamiento, una propiedad municipal como es la barriada del Padre Flores construida en terreno municipal y con aportaciones del pueblo algecireño. 

En el Pleno también se repartió una certificación del Registro de la Propiedad para hacer dudar a los concejales, y que hacía referencia a la situación registral de la parcela de la Iglesia de la Palma, en la que no figura la torre de la Iglesia. Pero lo peor es que en la intervención realizada por el párroco de la Iglesia de La Palma no aportó argumentos en defensa de su posición, sino opiniones personales sobre lo malvado que eran los partidos que apoyaban la moción. Menos mal, y entiéndase con mucha ironía, que al final de su intervención nos perdonó a todos. 

¡Qué lamentable intervención! Sonaba a desprecio y superioridad, con tufillo de tiempos pasados. Por qué, ¿qué injurias y calumnias se realizaron contra la Iglesia? ¿En qué momento los concejales de la oposición han atacado a la Iglesia? ¿Cuándo han mostrado inquina? A todo esto, se suma el silencio del alcalde, que no intervino en defensa de la buena imagen de los concejales de su Corporación. Parece que querer a nuestro pueblo y defender su patrimonio es exclusivo de Landaluce y su gente. Que mal vamos.  

 

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